La ruta familiar de Turcón que se inauguraba con el sendero por Tufia ha sido todo un éxito. Asistieron algunas familias que pudieron descubrir un paisaje casi desconocido. Pudimos apreciar los valores naturales y patrimoniales, en evolución por el constante movimiento de las arenas.
Bajamos por barranco Hondo descubriendo todo el potencial vegetal y geológico, en conjunto con el trazado de caminos que facilitaban el transporte a los aparceros que por allí transitaron durante años con el cultivo del tomate.
También observamos capas sedimentarias del barranco en su tramo bajo, labradas por el discurrir de las aguas invernales. Pudimos apreciar cómo se habían quedado en los pisos más recientes los residuos que un día se vertieron sin calcular las consecuencias, como huellas imborrables de la ignorancia que golpea fuertemente quedándose como depósito de historia.
Luego subimos por una escalera construida en piedra hasta llegar a la parte alta de donde se divisaba la playa de Agua Dulce, lugar que aprovechamos para hablar del antes y del ahora de esa playa y de su importancia para el paso de la arena, además de señalar los hornos de cal que pudimos ver y cuál fue su función.Continuamos la ruta hasta que subimos a la loma de Agua Dulce. Allí pudimos sentir el fuerte viento dándonos mientras nos salpicaba arena que caía sobre nosotros como pequeños cristales. Esta es una constante todo el año y así pudimos entender la adaptación tan brutal que tienen que hacer las plantas y los animales de la zona. Continuamos por los arenales cruzando la reciente carretera de asfalto y pudimos comprobar maravillados los efectos del viento sobre la arena y cómo estas se iban petrificando hasta crear un vaciado de la vegetación y sus raíces. Vimos bellísimas figuras tubulares muy delicadas, que a ojos de profanos no pasan de ser bellas esculturas pero que en realidad nos dan mucha información acerca de qué vegetación existió en otras épocas y qué tipo de fauna. Es por ello que se ha declarado sitio de interés científico. Pero si desparramamos la vista un poco y ahondamos en la historia mas reciente, la realidad es que las extracciones
de arena del lugar aún tienen huella y, aunque está prohibido hacerlo, sabemos que clandestinamente aún hay personas que lo hacen aprovechando la ausencia de vigilancia.
Luego volvimos por un sendero hasta la playa de Tufia, donde volvimos a darnos un baño para despedirnos, no sin antes contar la historia de la cueva del diablo a los más pequeños, con la promesa de que volveremos para ir a esta misteriosa cueva.
Aún seguimos sin explicarnos la presencia de motos, quads, todo terreno y demás por el lugar sin que las autoridades no se impliquen en la conservación. Mientras hacíamos la ruta y veíamos la evidente dejadez sencillamente sentíamos vergüenza ajena. No teníamos palabras ante los comentarios de ¿cómo permiten esto en un lugar como este?, pero, ¿esto no está protegido?. Sencillamente nos quedábamos sin palabras. Como anécdota pudimos ver al comenzar la ruta lo que llamamos simpáticamente el rastro de ropa de oferta. Esto no era otra cosa que un montón de ropa volcado en un lateral de la cabecera del barranco., o un montón de escombros tirados recientemente en la parte alta de barranco Hondo, justo donde acaba la escalera.
Tenemos un sitio único en la isla, con valores irrepetibles, dadas las condiciones excepcionales del lugar. Pedimos a los organismos competentes, en especial al ayuntamiento, que ponga algo más de empeño en el cumplimiento de lo que se exige en una zona de este orden ya que cada vez se hace más evidente el carácter de miras cortas de los que lo gobiernan.
