Los silencios de Punta de las Arenas se vuelve a presentar el viernes 9 de noviembre a las 20 horas en el Salón de actos de la Casa de Galicia.
Después del emotivo pregón a Santiago Apóstol leído por el profesor José Manuel Espiño Meilán en la Casa de Galicia de Las Palmas en el mes de julio, ahora dicha entidad señera viene a programar en sus amplios salones la presentación de la novela “Los silencios de Punta de las Arenas”; un encuentro en clave literaria entre Canarias y Galicia.
El autor, “aprovecha este nuevo acto público para agradecer a todas aquellas personas, amigos, compañeros de la enseñanza, de senderismo, del colectivo TURCÓN, la acogida que le han dado a esta publicación en los actos celebrados en Telde, Arucas, Artenara y Las Palmas de Gran Canaria y sabiendo que algunos no pudieron asistir por razones diversas, quiere compartir esta novela, hablarte de sensaciones únicas en un espacio privilegiado de Gran Canaria donde, sólo el acceso, se convierte en una auténtica aventura”.
El encuentro con José Manuel y “Los silencios de Punta de las Arenas” será en la Casa de Galicia de LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, sita en la c/. Salvador Cuyas nº 8, el 9 de noviembre a las 20.00 horas. Para presentarte a sus personajes y soñar.
- Ø Descubriendo un breve párrafo de la obra, antes de adentrarnos en sus correrías.
Escondido en el oeste de la isla, tras la inmensa sombra que proyecto la cordillera de Tamadaba y Tirma, la noche se vuelve eterna, provocando un amanecer tardío. Una creciente claridad invade el espacio donde me encuentro, devolviendo sus colores a plantas, rocas y arena. De pronto, un sol resplandeciente -frío aún- surge a mi espalda asomándose tímidamente por las lejanas cumbre de Tejeda y las riscaderas de Inagua.
Desnudo como estoy me desperezo como un animal salvaje, abandonando el saco y acercándome a la pequeña playa donde unas olas mansas que acaban de recobrar su tonalidad azulada, me invitan a jugar con ellas. Mojo la cara con ambas manos y camino unos pasos dentro del agua. Una poza profunda de aguas trasparentes sugiere un margullo. Allá voy… ¡De cabeza! Me despabilo al instante. Una alocada dispersión de samas, viejas y palometas sucede ante mis ojos. Un par de brazadas más y regreso a la orilla. Sin necesidad de toalla alguna, dejo que el aire realice su labor. ¡Qué placer poder disfrutar de este contacto íntimo con la naturaleza!
