El estupor se apoderó de la Cumbre del Clima a las 4.00 de la madrugada del sábado, cuando el plenario se reunió para someter a votación el Acuerdo de Copenhague, presentado horas antes por EEUU y un grupo de países como China e India. Era el documento que debía poner fin al encuentro. Un documento que, aunque no satisfacía totalmente las expectativas la UE, era aceptado por ella. Constituía un «primer paso» afirmaba Durao Barroso, y representaba algo sin precedentes, pues por primera vez «englobaba a todos». Pero resultó no ser así. Porque al iniciarse el plenario, uno tras otro, una serie de países se negó a aceptar ese documento y a someterlo a votación.
Abrió el fuego un pequeño estado insular del Pacífico: «Lamentamos comunicarles que Tuvalu no puede aceptar este documento», declaró Ian Fry, delegado de los estados del Pacífico Sur, que temen que el calentamiento de las aguas haga desaparecer sus islas. En lugar de 2ºC, la comunidad internacional debería establecer que la temperatura global del planeta sólo puede aumentar en como máximo 1,5ºC. En caso contrario, su país estará condenado a quedar sumergido, explicó.
Después intervinieron Venezuela, Cuba, Bolivia y Nicaragua para plantear que el acuerdo, pactado al margen del resto de naciones, suponía «un golpe de Estado contra Naciones Unidas». La representante de Venezuela, Claudia Salerno, consternó a la audiencia cuando en una declaración llena de dramatismo mostró su mano ensangrentada al auditorio: «He tardado una hora en que me concedan la palabra», afirmó, «esta mano ensangrentada, con la sangre producida al golpear la mesa pidiendo que nos atiendan», continuó, «es la demostración del trato» que un grupo de países ha concedido al resto.
El zapato de Kruschev
Hace exactamente 50 años que Nikita Kruschev representó una escena parecida en otra reunión de la ONU, esta vez en Nueva York. Entre el zapato del entonces líder soviético y la mano ensangrentada de la venezolana han transcurrido 50 décadas y un cambio en las materias de conflicto, pero no la existencia de bloques. La Guerra Fría es ahora la ardiente guerra del clima.
La delegación cubana arremetió contra Obama, de quien dijo que se comportó en la cumbre como «un jefe imperial», «irrespetuoso con la comunidad internacional» por proponer un texto no debatido por los países que integran la convención de la ONU, en declaraciones que recoge Efe.
«Lamento profundamente cómo se ha llevado este proceso. Cuba no aceptará ese proyecto de declaración», añadió y calificó ese documento de «apócrifo», «insuficiente» e «inadmisible».
Bolivia se mostraba «ofendida y sorprendida» por un documento cuya elaboración consideraba que no ha sido «democrática» y criticaba que se intente «imponer» a la gran mayoría de países un texto que sus delegaciones «no han discutido».
Un desenlace impredecible
Acto seguido la sesión se suspendió. Fuentes consultadas han revelado que el desenlace ahora es impredecible. Las reuniones podrían continuar durante horas o incluso hasta el sábado e intentar así que todos los países accedan a respaldar el acuerdo. La unanimidad es necesaria para que el acuerdo presentado a la votación del plenario tenga validez como documento de la Convención de la ONU sobre el cambio climático.
Según las fuentes, si no hay unanimidad finalmente, el Acuerdo de Copenhague, presentado hace horas por Obama como el documento final de la cumbre, podría quedar reducido a un «documento informativo». La decimoquinta reunión de la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático, la COP 15 o Cumbre de Copenhague, aún no ha terminado. En el peor de los escenarios analizados, la COP 15 podría quedar en suspenso y habría un plazo de meses para ir más allá de ese ‘documento informativo’ con el que puede acabar, es decir, acabar en nada.
Otras fuentes familiarizadas con la negociación consideran, sin embargo, que el conflicto que se vive ahora mismo en el plenario puede solucionarse. Ese empantamiento hasta altísimas horas de la madrugada ha ocurrido en cumbres anteriores. Si se resuelve, el Acuerdo de Copenhague, impulsado por Obama junto a China, India y Sudáfrica aún saldría adelante.