Canarias7, 05/06/2008
Gaumet Florido, Las Palmas de Gran Canaria
El pino canario está herido, pero no de muerte. Está bien armado frente al fuego y ello pese a que el incendio que asoló media Isla el pasado verano causó estragos e hizo caer ejemplares tan singulares como el de Pilancones. Así y todo, el bosque se está recuperando. Calculan que tardará 5 años.
La previsión no es fruto de una predicción más o menos optimista, sino que tiene base científica, la que aportan la propia experiencia y los años de estudio que acreditan la resistencia al fuego de este tipo de pino. Águedo Marrero, investigador del Jardín Canario y conservador del herbario, confirmó ayer que, pese al poco tiempo transcurrido tras el incendio, ya se observa cómo el pinar quemado está reverdeciendo. Hay nuevas ramas.
Este experto conocedor de la botánica de las Islas, que ayer impartió una conferencia sobre este árbol en unas jornadas que organizó La Caja de Canarias sobre las zonas quemadas de Gran Canaria, confesó que no le preocupa por ahora la salud del pinar que sufrió el paso de las llamas, porque «se recuperará en 5 o 6 años si hay buenos inviernos». El fuego se cebó precisamente con el bosque más protegido de la Isla, el de Inagua, Ojeda y Pajonales.
Secreto de su resistencia.
La clave para entender el blindaje de este pino frente a los incendios radica en su morfología, explicó Marrero. De hecho, esa capacidad lo convierte en toda una singularidad botánica mundial, sólo comparable a la que muestran contadas especies, como el pinus caribea, del Caribe, el rigida, de EE.UU., o el merkusi, indonesio. Los brotes de las hojas crecen de yemas que están protegidas por cortezas muy gruesas, que no se descascarillan cada año, sino que se superponen en capas. «Aunque se queme la superficie, las yemas rebrotan». A esto se añade la tendencia del pino canario a aparasolarse, a acabar como un paraguas. Si el fuego corre bajo, como el año pasado, se salva la copa verde.
Marrero aprovechó además su ponencia para destacar los valores ambientales y paisajísticos del pinar, el bosque más extendido de la Isla, con 20.000 hectáreas. En Canarias hay 60.000.
Rescatar la gestión popular del fuego.
Una de las polémicas que saltaron a la luz cuando aún humeaban las 16.000 hectáreas afectadas en el incendio del año pasado (8.000 quemadas) tuvo que ver con la protesta de los vecinos porque no se les dejó colaborar en las tareas para la extinción del fuego. Lejos de querer entrar en esa discusión y mucho menos de buscar culpables, otro de los ponentes en las jornadas de ayer, José González, antropólogo, sí hizo una apuesta encendida por la necesidad de que en un futuro, cuando se ataque un incendio, se busque la fórmula para complementar «ese saber popular con el conocimiento de los técnicos». Cree que las llamas fueron aún más devastadoras no sólo porque el campo está abandonado y hay mucho combustible vegetal, sino también porque «se ha roto aquella gestión informal de las emergencias, de cuando no había bomberos, se daban 4 campanadas, la gente se concentraba y respondía de forma organizada». Marrero, el otro conferenciante, también abogó por lograr una mayor implicación ciudadana y pidió una reflexión seria sobre hasta dónde se pretende llegar en la lucha por la naturaleza.
400 voluntarios mejoran el monte con La Caja.
La organización de estas jornadas se enmarca dentro de uno de los cinco ejes de actuación del Plan de Voluntariado Medioambiental de La Caja de Canarias, puesto en marcha a raíz de la catástrofe que supuso el incendio del pasado año. Dos de los coordinadores del programa, Alejandro Melián y Cástor Quevedo, intervinieron ayer para hacer un balance de los primeros 8 meses del plan, que se extenderá por un año y en el que se cuenta con la ayuda de 400 voluntarios, desde adolescentes a personas de 70 años.
Según Cástor Quevedo, las acciones se han desarrollado en cuatro ubicaciones distintas de la Isla (El Roque, de Veneguera; el Cortijo de Inagua; el Cortijo de la Data; y Barranco Alonso). En cada actividad (cada tres semanas, los domingos y a lo largo de un día) suele participar una media de 50 personas.
Aparte de en las jornadas de formación, que han sido varias, se ha trabajado en la rehabilitación y repoblación de las zonas quemadas en El Roque y el Cortijo de la Data, y se han vuelto a plantar los cultivos de árboles frutales que ardieron en el Cortijo de Inagua. Se han plantado mocanes e higueras, de los que tanto se alimentan las aves de la zona, y se han reconstruido bancales abandonados, sembrándolos de cereales. En ambas plantaciones se ha instalado el riego por goteo y este plan de La Caja garantiza su mantenimiento por dos años.
También se cortó caña, muy combustible al fuego, en un tramo de 60 metros de Barranco Alonso, que fue reforestado con saos o higueras, y se está elaborando un catálogo de pinos singulares.