
El proyecto Cruces del Camino reúne distintas acciones de recuperación, documentación y divulgación del patrimonio popular vinculado a las cruces de piedra de Gran Canaria. A través de rutas, visitas y actividades culturales, se rescatan historias locales, se restauran elementos dañados y se mantiene viva la memoria de las comunidades que las levantaron como hitos de fe, promesa o recuerdo.
La más reciente en sumarse al itinerario de las cruces de Gran Canaria es la Cruz de Juan Francés, situada en los Llanos de Maguez, cerca de la Cañada de los Gatos. Su origen está ligado a un trágico accidente ocurrido en julio de 1929, durante las obras de la Presa de Los Hornos, cuando un desprendimiento sepultó a tres trabajadores.
Dos lograron sobrevivir, los hermanos José y Guillermo Rodríguez Lorenzo, pero el joven Juan Naranjo Huerta, de tan solo 18 años, perdió la vida.
Cruz que recuerda el desgraciado accidente en julio de 1929 de tres trabajadores de la construcción de la Presa de Los Hornos (Roque Nublo Dam), donde falleció Juan Naranjo Huerta de 18 años y quedando heridos, José y Guillermo. Este punto recuerda el itinerario realizado para la evacuación de los heridos que levantaron la cruz en recuerdo del fallecido.
En marzo de 2025, después de la vandalización y destrozo de la cruz original, se restaura y coloca la actual de cruz de piedra, de cantería de Arucas.
Conocida también como Cruz de la Virgen, se encuentra en el municipio de Tejeda, en el acceso al sendero S-80 tras el desvío por un camino peatonal acondicionado desde la GC-15, próximo a las Casas de Timagada.
La cruz actual se asienta sobre una pieza única de piedra tallada, con base reducida y un elemento piramidal truncado en su parte superior. En su frontal conserva la inscripción: «Año de 1915 / L Hiso JL JD».
Una de las siglas corresponde a José Díaz, citado en la prensa local, y la otra podría aludir a quien promovió la cruz como cumplimiento de una promesa. Según diversas fuentes, tanto José Díaz como Juan Evangelista Díaz la levantaron en 1915, motivados por un voto de la familia de Juan León Navarro, que cada 7 de mayo celebraba allí una misa de difuntos.
En 1991 se añadió un altar de mampostería para la misa de campaña del Día de la Cruz, aunque este elemento oculta la base original de piedra roja procedente del pinar de Tamadaba.
Durante generaciones, la Cruz de Timagada fue punto de paso obligado para los vecinos que se dirigían a Tejeda a realizar compras, resolver trámites, asistir a misa o participar en bailes. También servía de descanso en los cortejos fúnebres.
Con la apertura de la carretera en 1935, la zona quedó más conectada, pero la cruz siguió siendo un hito en el camino.
Con el paso de los años, el crucifijo original desapareció y fue repuesto en 1996 dentro de una hornacina de cristal. Su diseño se relaciona con otras cruces del municipio, como la de Tres Cruces de Tejeda o la desaparecida Cruz de Constantín.
Visible desde la plaza de la Iglesia, la Cruz de La Fortaleza, también conocida como Cruz de Sarmiento o Cruz de Coto, está dedicada a San Antonio de Padua en el casco histórico de Mogán.
Su origen se remonta al fallecimiento de Miguel Marrero Valencia en 1899. Un año después, su viuda, Encarnación Rodríguez Cerpa, encargó una cruz de tea elaborada con la madera de un pino del Barranco del Perchel.
En 1999 sufrió un acto vandálico que la derribó. Fue repuesta con una camisa de hierro y, debido a su peso, trasladada en helicóptero hasta lo alto de La Fortaleza, siendo la única cruz de la isla colocada por este medio.
Años después se le añadieron bombillas en el palo y travesaño, iluminadas dos veces al año durante las fiestas de San Antonio. En junio de 2025 se modernizó la instalación, sustituyendo el cableado eléctrico por un sistema de placas solares.
Hoy, la Cruz de La Fortaleza sigue siendo un símbolo en el paisaje de Mogán, aunque su acceso es exigente y con riesgo de vértigo.
Se levantó como promesa tras la Guerra Civil. Tres hermanos partieron al frente y la familia pidió por su regreso con vida. Dos de ellos sobrevivieron a la neumonía que sufrían y se libraron de ser enviados a la guerra. En agradecimiento, la familia colocó esta cruz en la cima de la Montaña Blanca, a 194 metros de altitud.
La ruta partió de la parada de guaguas de San Pedro – El Valle y recorrió distintos enclaves vinculados a la memoria popular: