El MINISTRO DE INDUSTRIA, Miguel Sebastián, deja Greenpeace tras 25 años de militancia. Se da de baja por los ataques de la ONG a su política energética
Baltasar Montaño. Efe. El Mundo.es
Madrid.- En 1985, un ciudadano de a pie llamado Miguel Sebastián decidió hacerse socio de Greenpeace tras el hundimiento en el Océano Pacífico del Rainbow Warrior. Los servicios secretos de François Mitterrand impidieron que el barco llegara a las aguas territoriales francesas para protestar por las pruebas nucleares en el atolón de Mururoa.
Desde ese año, el ahora ministro de Industria, entonces militante del Partido Socialista Popular de Enrique Tierno Galván, ha venido pagando religiosamente su cuota de socio a la organización ecologista internacional. Hasta que hace un par de meses decidió, tras 25 años como afiliado, romper radicalmente con Greenpeace.
La causa es la campaña de desprestigio personal y profesional emprendida por la organización ecologista contra el ministro antes del verano pasado. En los meses previos a que José Luis Rodríguez Zapatero impusiera el cierre de la central nuclear de Garoña en 2013, Sebastián defendió esta fuente de energía como una de las que debe componer el mix para garantizar el suministro energético en España en el presente y en el futuro.
Greenpeace abrió fuego contra el ministro, al que acusó de estar vendido a las compañías eléctricas y de haber «pactado con el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN)» la prolongación del permiso de operación de la central por otros 10 años más. Desde la organización ecologista se apuntó a Sebastián como el miembro díscolo del Gobierno y se le acusó de no luchar contra el cambio climático por defender una energía «sucia y contaminante».
La revista interna que Greenpeace envía a sus socios se preguntaba, en su edición del segundo trimestre, «qué hace un ministro de Industria pronuclear en un Ejecutivo que tiene el compromiso de cerrar centrales nucleares?».
Ante esta situación, el ministro llamó en septiembre pasado, como ciudadano raso, al teléfono de atención al socio de Greenpeace y, con su nombre y DNI, se dio de baja. Fue preguntado por la operadora sobre las causas de su renuncia y Sebastián contestó que se debía a su absoluto desacuerdo con la estrategia de descalificación permanente de la organización contra la política energética del Gobierno y, en especial, del Ministerio de Industria.
Este otoño, la guerra de Greenpeace contra Sebastián se ha recrudecido después de que el Gobierno haya acordado con las compañías eléctricas y las empresas del carbón la política de subvenciones a esta materia prima nacional hasta 2012.
Greenpeace se ha opuesto a este planteamiento y desde su web ha emprendido una campaña para invitar a todos los ciberactivistas del clima a enviar una carta estándar, ya redactada, al ministro Sebastián para que retire su plan de apoyo al carbón nacional.
La carta protesta contra el ministro ha disparado las consultas recibidas por Industria al respecto, según los datos facilitados por el Ministerio. De las 5.180 entradas registradas en la web de Industria y en su teléfono de atención ciudadana para realizar consultas y emitir opiniones, casi la mitad, unas 2.395, están dedicadas a la política del Gobierno sobre el carbón y contra el cambio climático. Muy de lejos, aparecen las consultas sobre el Plan Vive y el Plan 2000E, con 583 entradas.
