Audio y reseña de la presentación del libro “Un centenar de lagartos” presentado al público teldense en la Casa Museo León y Castillo y que contó con la intervención del Cronista Oficial de Telde Antonio María González Padrón, que abrió el acto con unas emotivas palabras; ya en la presentación del autor hicieron una semblanza del mismo José Luis González Ruano economista, antropólogo y fundador del colectivo ecologista MEGA y el filosofo, escritor y miembro del Círculo Cultural. Avanzó el acto las palabras de José Manuel sobre su obra, para terminar con un audiovisual de Ildefonso Rodríguez sobre el lagarto canario.
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Por Jesús Ruiz Mesa
José Manuel Espiño Meilán presenta Un centenar de lagartos, en la Casa Museo León y Castillo de Telde, a las 20:00 horas. Su autor expresa: “Con esta obra lo que pretendo es llevar a los lectores, a la gente, en general, una forma diferente de interpretar los ritmos vitales, y uno de los ritmos vitales se refiere a un personaje que se llama Doramas que va a vivir en una relación directa con la naturaleza, busca unos ritmos diferentes que le van a dar como referente el cardón, el lagarto y la montaña donde vive, una cueva.
Una de las formas de acercarse a la naturaleza es compartiendo la comida que tiene, una persona que come mucha fruta, porque su trabajo lo trueca por comida. Sus relaciones van a ser con elementos de la naturaleza, por ejemplo con un molino de gofio y a cambio de productos derivados del millo y productos artesanos. Trabaja con unas granjas ecológicas de gallinas, trabaja el compost, tiene conversaciones pausadas con la señora que vive con su hija y que viven de la misma manera que él, con una relación de ritmos vitales como ser vivo, disfrutando de la naturaleza, hermosos amaneceres y ocasos. Y Doramas va a compartir los goros de la miel, el ordeño de las cabras, con la gente que le ayuda, va a tener un ritmo más natural.
El libro es pausado, nos va a acercar a un hombre muy reflexivo, como contrapunto a lo que sería la vida tan dinámica y estresante que lleva el ser humano en la actualidad. Por tanto es una vida mucho más reflexiva. El mensaje de algo muy importante que, figura en la contraportada del libro: “Un centenar de lagartos es una interesante reflexión sobre el tiempo de los seres vivos. El autor cuestiona el vigente concepto antropocéntrico sobre la naturaleza, dorando en su ensayo narrativo a otros elementos del ecosistema de pensamiento, capacidad de reflexión y lenguaje”.
Es ver la dimensión temporal del ser humano, cuando observa el lagarto, para el lagarto de Gran Canaria el humano es un ser inmortal, pasan diez años de su vida, que es la media de vida de este reptil, y ve que el humano no envejece. Sin embargo, el inmortal para el ser humano, va a ser el cardón, que puede vivir doscientos o trescientos años, que es donde se esconde en las raíces el lagarto. Y, curiosamente, cuando desaparecen los tres, porque el libro tiene, en los últimos capítulos, una trascendencia muy larga del tiempo, quien hace la reflexión es la montaña, donde vivían ellos. Y se dan cuenta que los seres orgánicos que habitan la montaña, son tremendamente efímeros, porque no viven nada, dice la montaña: apenas un milímetro de erosión han erosionado el viento y el agua en mí, y estos seres han desaparecido y hay otros.
Una reflexión sobre la intranscendencia de nosotros mismos, sin embargo hacemos muchísimo daño, porque, en la novela se esconde un canto al lagarto de Gran Canaria, el gran reptil enormemente desconocido, por la abundancia, porque está ahí, y no le hemos prestado mucha atención. Sin darnos cuenta que por poco que escarbemos, el lagarto de Gran Canaria es el gigante de todos los lagartos de Canarias. Un reptil capaz de alcanzar 70 u 80 cts. comúnmente los 50 cts.
También con la biología y etología del lagarto, introducidos en la narrativa de lleno, se expone como funciona una colonia de lagartos, los duelos entre ellos, y las peleas de los machos por las hembras, como comen, y cambian durante los estadios juveniles y adultos, y además hay, también, elementos referenciales a su vida. Por una parte con los gatos que depredan sobre ellos, y con el ser humano. Se trata un capítulo de la relación de lagartos que el personaje que Doramas alimenta, y la relación de un niño con los lagartos y el disparo de un tiro de escopeta de aire comprimido. La relación del niño y el reptil, la falta de valores que Doramas le explica por su acción, les va a introducir en un mundo de búsqueda y el enriquecimiento de la Vida.
El mensaje que da este hombre es el respeto por los demás seres vivos de la naturaleza en el planeta. A nadie se le escapa que estamos abocados a nuevas extinciones de la especie, hablamos de 30.000 especies de animales y plantas que desaparecen cada año, y eso es una relación que se ha dado durante los últimos 20 años. Hablamos de extinciones masivas y vemos como las especies que se ven vulnerables o críticas se extinguen. Cada año se extinguen nuevas especies. El humano se está enfrentando de una forma directa a esta realidad.
Esperemos que el ser humano sea capaz de reflexionar de cómo sería su vida, si se planteara esa propia vida, más cercana al medio que le rodea, una vida en la cual él puede dejar que el ritmo vital se dé. Solamente hay que respetar el ritmo vital que tiene la naturaleza, y Doramas se convierte en un elemento más del barranco, duerme en la cueva, pero no incide nada en la cueva, se alimenta de plantas medicinales y se cura con ellas, va a buscar la energía en barrancos como el de Los Cernícalos, donde se baña en las charcas y cascadas o en las playas solitarias que aún quedan por Telde, como pueden ser las de Aguadulce, la playa del Ámbar en torno a la Base Aérea, va buscando los últimos rincones. Y, sobre todo, Doramas tiene otra forma diferente de ver, tiene desarrollado de una forma especial todo su mundo sensorial. El hombre tiene más desarrollos sensoriales de lo que nos pensamos y vemos diferente, donde ve un árbol piensa en un bosque que hay que cuidar.
Por estos caminos se conduce la novela, donde se humanizan los elementos de la naturaleza, pero no con los vicios del ser humano; da la palabra a cada uno de ellos, a la montaña. Es recuperar en esta sociedad de despilfarro todos los elementos que derrochamos. El personaje, humano de la novela, es un enamorado de los lagartos canarios y va aprendiendo como funcionan sus ciclos vitales. Hay novelado un estudio etológico del lagarto. Somos nosotros los que debemos tener en cuenta el cambio profundo de pensamiento del ser humano, tendremos que ir a una sociedad diferente, sino todos los parámetros que han salido en la cumbre sobre el clima estos últimos días se seguirán sucediendo.
Es triste que el ser humano no se alarme, cuando se habla que de aquí a final de siglo, estemos con una temperatura media de topes de 500C, se van a dar en muchos lugares del globo. Esto puede producir efectos terribles ya que el ser humano no está adaptado a estos cambios en tan poco tiempo. Subidas del nivel de los mares. Sin embargo seguimos con la dinámica del petróleo, al ser humano le cuesta muchísimo cambiar. Doramas dice: todo el tiempo es mío. Muchas gracias”.
Ante una escultura del lagarto gigante elaborada por Isabel Placeres, una fotografía del reptil Gallota, muy bien lograda, de Ildefonso Rodríguez Ramírez, el escritor y autor de esta novela Un centenar de lagartos, el autor, Espiño Meilán, destaca los principales motivos, mensajes y estructuras de concienciación del cuidado, preservación y motivos para atender, por la narrativa y el diálogo de Doramas con su medio ambiente, y su principal relación con el Lagarto de Gran Canaria. Una obra literaria, novelada, didáctica, amena, y divulgativa del medio ambiente que cada día, muchas veces sin tener en cuenta, miramos, pero no observamos las curiosidades, elementos naturales, flora y fauna, de la maravilla de naturaleza que nos rodea. Muchas gracias.
Jesús Ruiz Mesa, colaborador cultural Telde y www.teldeactualidad.com. Telde 2 de octubre de 2013