
En el ámbito del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria y de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria.
Desde el respeto profundo a la historia y a las tradiciones, el colectivo Turcón – Ecologistas en Acción desarrolla en 2025 un nuevo proyecto titulado: Jornadas de Puesta en Valor del Patrimonio Cultural Inmaterial: Cruces del Camino que Guardan Historias, enmarcado dentro del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria y de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria.
Estas jornadas nacen con la vocación de rescatar, documentar y divulgar el valioso patrimonio inmaterial vinculado a las cruces de los caminos. Una propuesta que combina senderismo, cultura y memoria viva, realizada en colaboración con la Asociación Cultural-Medioambiental El Cardonal de Veneguera, y financiada por el Instituto de Patrimonio de la Humanidad y la Reserva de la Biosfera del Cabildo de Gran Canaria.
El Paisaje Cultural de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña de Gran Canaria es, como todos los paisajes culturales, producto de una geografía determinada y de su interacción con sus habitantes.
El centro montañoso de Gran Canaria, extraordinario en su geomorfología y biogeografía, es también extraordinario por el hecho de que dos culturas, radicalmente diferentes, lo han ocupado sin solución de continuidad a lo largo de más de 1.500 años. La primera ocupación, prehispánica, fue de poblaciones procedentes de la órbita cultural amazigh (bereber) del norte de África que probablemente llegaron a Gran Canaria en torno al cambio de era.
El Paisaje Cultural ocupa una extensa zona montañosa del centro de la isla que acoge un conjunto de expresiones únicas en el seno de la colosal Caldera de Tejeda, una “tempestad petrificada” como la denominó Miguel de Unamuno. Se trata de un amplio conjunto de yacimientos arqueológicos (poblados trogloditas, templos, graneros fortificados, cuevas pintadas y estaciones de grabados) que representan la odisea de las antiguas culturas insulares del planeta y que muestran las huellas de un proceso cultural único que evolucionó en aislamiento durante más de mil quinientos años.
Jornadas de Puesta en Valor del Patrimonio Cultural Inmaterial: Cruces del Camino que Guardan Historias
En el ámbito del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria y de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria, las Jornadas de Puesta en Valor del Patrimonio Cultural Inmaterial tienen como objetivos generales:
El significado del vocablo «patrimonio cultural» ha ido cambiando y ampliándose en los últimos tiempos. La herencia cultural de un pueblo no se limita a sus manifestaciones tangibles —caso de los monumentos y colecciones de objetos— sino que también comprende tradiciones y locuciones vivas heredadas de nuestros antepasados y transmitidas de generación en generación.
Tales expresiones, agrupadas bajo el calificativo de «patrimonio cultural inmaterial», comprenden formas tan variadas como las artes del espectáculo, los rituales y actos festivos, los conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo, los saberes y técnicas artesanales tradicionales y, por supuesto, las tradiciones y expresiones orales. Dentro de estas últimas —nos referimos a las tradiciones y expresiones orales— cabe destacar la existencia de una ingente variedad de formas habladas, tales como proverbios, adivinanzas, cuentos, canciones infantiles, cantos y plegarias, así como mitos y leyendas, entre un largo etcétera.
Las cruces se suelen ubicar en las encrucijadas de los caminos, al filo de empinados barrancos o en las orillas de los estanques. Como ya se sabe, muchas de estas cruces señalan el lugar preciso donde tuvo lugar algún tipo de episodio violento —por lo general la muerte accidental o en extrañas circunstancias de una persona—, aunque también existen otras motivaciones menos cruentas, como ocurre con los casos de las conocidas cruces del Siglo.
Aunque puedan ser vistas como el producto de la superstición o de prácticas religiosas poco ortodoxas, la presencia de cruces en los rincones de las cumbres de Gran Canaria nos instruye e ilustra sobre las creencias y mentalidades de una sociedad tradicional, como fue la de nuestros abuelos y ascendientes. Acaso, este tipo de rituales suponían el intento de honrar y de velar por el alma del difunto, a la vez que señalar de forma física el paraje donde había tenido lugar una muerte inesperada y, por lo tanto, sin posibilidad de confesión o arrepentimiento. No en vano, la iconografía cristiana ha empleado la cruz tanto para expresar el juicio del Mesías como para manifestar su presencia: donde está la cruz, está el Crucificado.
Asimismo, este tipo de fábulas o leyendas cumplían el papel de transmisoras de valores. De esta manera, a través de la narración de estas historias se ponía de manifiesto el castigo o sanción que podían recibir actitudes y comportamientos tan poco decorosos o adecuados como el hurto o el robo, jurar en falso, o atentar contra la religión cristiana y sus símbolos, entre otros muchos.
El repertorio de cruces y relatos asociados a ellas es muy amplio. Dar a conocer mediante un inventario, unas jornadas divulgativas, la recuperación de ubicaciones perdidas, serán objetos de estas jornadas que se proponen.
Las Jornadas de Puesta en Valor del Patrimonio Cultural Inmaterial: Cruces del Camino que Guardan Historias, en el ámbito del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria y de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria, se plantean como una ampliación de las investigaciones realizadas, divulgación y transferencia del conocimiento.
Es cierto que muchas de estas tradiciones menos conocidas son especialmente vulnerables a desaparecer. Las historias y leyendas relacionadas con prácticas ancestrales, como la colocación de cruces en lugares específicos, forman parte de nuestra riqueza cultural y merecen ser preservadas para las generaciones futuras. Es importante valorar y proteger estas costumbres que han sido parte de nuestras raíces durante tanto tiempo. Es fascinante cómo las cruces pueden tener una variedad de significados y simbolismos, desde marcar eventos trágicos hasta representar otras motivaciones menos cruentas, como en el caso de las cruces del Siglo. Cada una de estas cruces cuenta una historia única y refleja la riqueza de nuestras tradiciones y creencias. Es importante entender y preservar el significado detrás de estas prácticas culturales para apreciar plenamente nuestra herencia histórica.
A comienzos del año 2009, el ingeniero industrial Manuel J. Sancho Soriano quiso compartir una de sus motivaciones personales con el Colectivo Turcón y comenzó un trabajo de diagnosis, documentación histórica, localización, inventarización, etc., de las Cruces de Gran Canaria. Su metodología de trabajo y transferencia del conocimiento se puso en valor con la conferencia “El Despertar de Las Cruces, evocación del pasado”, realizada en el local de la asociación. Según nos cuenta: “cada vez que realizaba un sendero y me tropezaba con una cruz, me preguntaba el motivo, su significado… pretendía que la cruz me ‘hablara’ y me contara lo que escondía. Busqué una forma de desentrañar el origen de algunas cruces, a través de textos, prensa —en muchos casos insuficiente—, y me tiré al campo buscando fuentes orales fidedignas y, de forma inopinada, a veces obtuve otro hilo conductor para continuar divulgando nuestro patrimonio intangible. El resultado está a la vista en el blog de Cruces de Gran Canaria”.
Al ingeniero Sancho se le unieron más personas y voluntarios, cronistas oficiales, etc., y de esta manera se ha podido localizar e inventariar más de 350 cruces por toda Gran Canaria.
Se quiere trabajar primeramente el municipio de Tejeda, toda vez que está en el ámbito de la Reserva de la Biosfera y Risco Caído, cumpliendo con el patrimonio de la UNESCO. Mogán (Veneguera) y La Aldea de San Nicolás se encuentran en el ámbito de la Reserva de la Biosfera, y finalmente Agaete, que parcialmente se encuentra en el patrimonio de Risco Caído.
Este trabajo novedoso e inédito pretende caracterizar las cruces existentes. De tal manera que, en una primera aproximación, podríamos diferenciar las cruces bajo los siguientes apartados:
Se trata de un trabajo inédito que busca alcanzar su mayor proyección pública a través de las Jornadas de Puesta en Valor del Patrimonio Cultural Inmaterial: Cruces del Camino que Guardan Historias, enmarcadas en el ámbito del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria y de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria.
El proyecto Cruces del Camino reúne distintas acciones de recuperación, documentación y divulgación del patrimonio popular vinculado a las cruces de piedra de Gran Canaria. A través de rutas, visitas y actividades culturales, se rescatan historias locales, se restauran elementos dañados y se mantiene viva la memoria de las comunidades que las levantaron como hitos de fe, promesa o recuerdo.
El programa dio comienzo con una primera salida que reunió a medio centenar de personas.
La actividad se desarrolló el pasado domingo, con un itinerario planificado entre Mogán y las casas de Veneguera: un recorrido de casi nueve kilómetros completado en algo más de cuatro horas y media.
A lo largo del camino, los participantes fueron descubriendo diversos elementos de gran valor cultural y natural: caminos históricos, cruces, el entorno del Parque Rural del Nublo, yacimientos arqueológicos… Una caminata invernal cargada de historia y paisajes únicos.
La Cruz de La Fortaleza, también conocida como Cruz de Sarmiento, Cruz de Coto o Cruz del Siglo, está ubicada en la cima de La Fortaleza, en el término municipal de Mogán. Es visible desde la plaza de la Iglesia del casco histórico, está dedicada a San Antonio de Padua y su acceso es exigente, con cierta dificultad y riesgo de vértigo.
Su origen se remonta al fallecimiento de Miguel Marrero Valencia en 1899. En 1900, su viuda, Encarnación Rodríguez Cerpa, mandó colocar la cruz en memoria de su esposo. Un año después encargó una cruz de tea elaborada con madera de un pino del Barranco del Perchel. Coincidiendo con el cambio de siglo, y siguiendo la recomendación del papa León XIII de erigir cruces del Redentor en los puntos más altos, pasó a conocerse como la Cruz del Siglo; de ella tomó su nombre la Asociación de Vecinos Valle de Mogán – Cruz del Siglo.
Cada 3 de mayo, con motivo de la festividad de la Invención de la Cruz, la familia se encargaba de enramarla.
En 1999, la cruz original fue destruida durante un acto vandálico. Fue repuesta con una camisa de hierro y, debido a su peso, trasladada en helicóptero hasta lo alto de La Fortaleza, siendo la única cruz de la isla colocada por este medio.
Años más tarde se le añadieron bombillas en el palo y el travesaño, iluminadas dos veces al año durante las fiestas de San Antonio. En junio de 2025 se modernizó la instalación, sustituyendo el cableado eléctrico por un sistema de placas solares.
Hoy en día, la Cruz de La Fortaleza sigue siendo un símbolo destacado del paisaje moganero y un referente patrimonial en Mogán, no solo por su historia y ubicación, sino también por su valor dentro del proyecto de recuperación de las Cruces del Camino.
En el extremo más occidental del municipio de Mogán se encuentra el pequeño núcleo rural de Casas de Veneguera, o simplemente Veneguera, con menos de 150 habitantes y ubicado en pleno Parque Rural del Nublo. Este enclave destaca por su gran interés natural, cultural y paisajístico, al estar rodeado por el pinar de Inagua y la geológica riqueza de Los Azulejos.
Veneguera se sitúa dentro de un importante valle agrícola en el Barranco de Veneguera, lo que lo convierte en uno de los principales centros de producción agroalimentaria del municipio. Sus cultivos de plátanos, mangos y aguacates son especialmente conocidos. Otra riqueza patrimonial significativa son los palmerales que rodean el pueblo y recorren el lecho del barranco, cuyas laderas albergan un saludable cardonal-tabaibal.
Además, por su valor histórico y cultural, Casas de Veneguera conserva un notable número de bienes etnográficos, como sus casas tradicionales, la mina y el lavadero principal, hornos de pan, molinos de gofio, alpendres, pajares y acequias. En el ámbito de la arqueología, destaca La Cogolla de Veneguera, un Bien de Interés Cultural por su valor arqueológico. Se trata de un conjunto de edificaciones prehispánicas de piedra seca distribuidas por la ladera, que formaron un poblado aborigen. Este enclave se distingue, además, por su frondoso palmeral en el cauce del barranco y un complejo de edificaciones tradicionales del siglo XVII, que atestiguan la importancia histórica de la zona en la economía local.
El municipio de Mogán ocupa una superficie de 172,44 km² y cuenta con una población de 19.783 habitantes (según los datos del Instituto Nacional de Estadística de 2017). Es el segundo municipio más extenso de la isla y alcanza sus cotas más altas en la Montaña de Sándara o Alsándara, que se eleva a 1.583 metros.
Mogán posee una gran riqueza de patrimonio cultural a lo largo de todo su territorio, destacándose diversos tipos de bienes, entre los que sobresalen los yacimientos arqueológicos y los bienes etnográficos. En el ámbito de la arqueología, encontramos importantes hitos prehispánicos como los de Montaña de Amadores, Cañada de Los Gatos, Castilletes de Tabaibales, Fortalezas de Plaza Veneguera, Montaña de los Secos, Lomo de los Penascos, Lomo de la Ventosilla, La Cogolla de Veneguera, Lomo de Taurito, Lomo de las Camellitas, Cañada de la Mar y Montaña de Tauro, entre otros. En total, el municipio cuenta con 12 Bienes de Interés Cultural (BIC). La última actualización de las Cartas Arqueológicas de los municipios de Gran Canaria, realizada por el Cabildo y presentada el 11 de enero de 2018, reveló que Mogán posee alrededor de 144 yacimientos arqueológicos, lo que lo convierte en el segundo municipio con mayor cantidad de estos elementos en la isla.
En cuanto al patrimonio etnográfico, las últimas actualizaciones de la Carta Etnográfica de Gran Canaria indican que Mogán alberga unos 531 elementos de valor etnográfico, entre los cuales se incluyen diversas cruces históricas de los senderos moganeros, que siguen siendo un testimonio vivo de la historia y las tradiciones de la zona.
Dentro del programa de visitas culturales de Turcón – Ecologistas en Acción para 2025, la segunda actividad nos llevó hasta la Cumbre de Gran Canaria, con el propósito de seguir conociendo y recorriendo el Paisaje Cultural de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña de Gran Canaria, un entorno que, como todos los paisajes culturales, es el resultado de la interacción entre una geografía singular y las personas que la han habitado a lo largo del tiempo.
La actividad tuvo lugar el sábado 1 de marzo de 2025, y permitió descubrir enclaves clave de este valioso entorno patrimonial, como la Cruz de Piedra, también conocida como Cruz de Juan Francés, continuando con el objetivo de estas jornadas: poner en valor, documentar y dar visibilidad al patrimonio inmaterial y material vinculado a la historia y las tradiciones de la isla.
Siguiendo el sendero del cresterío desde los Pozos de las Nieves en dirección a El Campanario, se llega a la Degollada de la Tabladilla, donde se encuentran los Llanos de Maguez (Magaz, según la toponimia local), muy cerca de la Cañada de los Gatos. En este enclave existía una cruz de piedra de pequeño tamaño, que ha dado nombre a la zona y forma parte de su toponimia.
No fue sencillo rastrear su origen ni los motivos de su colocación, pero gracias a los testimonios orales recogidos por Eugenio Reyes durante una caminata en la zona, se pudo arrojar algo de luz. Relató que algunos de sus familiares estuvieron vinculados al accidente ocurrido en 1929 durante las obras de la Presa de la Cumbre o del Rincón —citada también como Presa de Los Hornos (Roque Nublo Dam)—, cuando un solapón se derrumbó, sepultando a tres trabajadores. Dos de ellos, los hermanos José y Guillermo Rodríguez Lorenzo, lograron sobrevivir; el tercero, Juan Naranjo Huerta, de 18 años, falleció sepultado por una gran piedra.
La cruz de piedra ubicada en la cabecera del Barranquillo de Juan Francés se erigió como recuerdo de ese trágico acontecimiento. Aunque la cruz fue destruida, el lugar conserva su leyenda, además de haber sido un punto de encuentro tradicional para enamorados.
Cruz que recuerda el desgraciado accidente en julio de 1929 de tres trabajadores de la construcción de la Presa de Los Hornos (Roque Nublo Dam), donde falleció Juan Naranjo Huerta de 18 años y quedando heridos, José y Guillermo. Este punto recuerda el itinerario realizado para la evacuación de los heridos que levantaron la cruz en recuerdo del fallecido.
En marzo de 2025, después de la vandalización y destrozo de la cruz original, se restaura y coloca la actual cruz de piedra, de cantería de Arucas. Ese sábado 1 de marzo de 2025 se realizó la ruta de reposición: más de 40 personas participaron en la caminata, que recorrió más de 8 kilómetros hasta culminar en el lugar de la nueva cruz.
Conocida también como Cruz de la Virgen, se encuentra en el municipio de Tejeda, en el acceso al sendero S-80 tras el desvío por un camino peatonal acondicionado desde la GC-15, próximo a las Casas de Timagada.
La cruz actual se asienta sobre una pieza única de piedra tallada, con base reducida y un elemento piramidal truncado en su parte superior. En su frontal conserva la inscripción: «Año de 1915 / L Hiso JL JD».
Una de las siglas corresponde a José Díaz, citado en la prensa local, y la otra podría aludir a quien promovió la cruz como cumplimiento de una promesa. Según diversas fuentes, tanto José Díaz como Juan Evangelista Díaz la levantaron en 1915, motivados por un voto de la familia de Juan León Navarro, que cada 7 de mayo celebraba allí una misa de difuntos.
En 1991 se añadió un altar de mampostería para la misa de campaña del Día de la Cruz, aunque este elemento oculta la base original de piedra roja procedente del pinar de Tamadaba.
Durante generaciones, la Cruz de Timagada fue punto de paso obligado para los vecinos que se dirigían a Tejeda a realizar compras, resolver trámites, asistir a misa o participar en bailes. También servía de descanso en los cortejos fúnebres.
Con la apertura de la carretera en 1935, la zona quedó más conectada, pero la cruz siguió siendo un hito en el camino.
Con el paso de los años, el crucifijo original desapareció y fue repuesto en 1996 dentro de una hornacina de cristal. Su diseño se relaciona con otras cruces del municipio, como la de Tres Cruces de Tejeda o la desaparecida Cruz de Constantín.
Se levantó como promesa tras la Guerra Civil. Tres hermanos partieron al frente y la familia pidió por su regreso con vida. Dos de ellos sobrevivieron a la neumonía que sufrían y se libraron de ser enviados a la guerra. En agradecimiento, la familia colocó esta cruz en la cima de la Montaña Blanca, a 194 metros de altitud.
La ruta partió de la parada de guaguas de San Pedro – El Valle y recorrió distintos enclaves vinculados a la memoria popular: