Canarias7.es/Adolfo Santana / Las Palmas de Gran Canaria
En el pequeño pueblo de Soria había fiesta ayer. Desde hace días, y tras rebosar las presas de Las Niñas y Chira hace semanas, todos esperaban que la gigantesca presa que lleva el nombre del pequeño pago que linda con Barranquillo Andrés superara su récord histórico de almacenamiento de agua, que estaba a un nivel del muro de 89,29 metros y un volumen de 12.325.000 metros cúbicos desde 1991.
La persona que con más ansia seguía la entrada de líquido en la presa era su cuidador desde que se inauguró en 1972, Juan Ramírez Betancor. Ayer, al realizar la diaria comprobación en el registro, pudo notificar a vecinos y visitantes, que en horas de mediodía se contaban por centenares, que el récord había pasado a mejor vida.
La presa de Soria, el embalse que es capaz de albergar a todas las grandes presas en su vaso, alcanzó 89,60 metros, y subiendo. Pese a que la borrasca de ayer se ensañó de manera tan inmisericorde como innecesaria en la capital y Arucas, la llovizna se mantuvo en la zonas de Ayacata, La Candelilla y Majada Alta que, al estar llenos los embalses de Las Niñas y Chira, llevan todo el caudal a Soria a través de escorrentías, tomaderos y túneles.
Tal como gusta decir a Juan Ramírez, ahora lo que hace falta es que se llene para, entre otras muchas cosas, desterrar la idea que tienen muchos agoreros de que si ello se produjera, el muro de la presa no aguantaría y adiós a Cercados de Espino, Arguineguín y lo que coja por delante.
La simple mención de esa posibilidad saca a Juan Ramírez de sus casillas y es entonces cuando recuerda que para construir Soria hubo que hacer una nueva carretera y levantar la cementera de Arguineguín y que el empeño del Conde d e la Vega Grande hizo posible levantar una obra segura, con dos estribos inyectados a cemento puro en los riscos laterales, que hacen que la presión vaya hacia los lados, llegando disminuida al muro por la contención de los dos meandros que tiene.