Cambiamos de siglo y, de aquellos campos de golf del siglo 20, hemos pasado a los parques temáticos del 21. Están de moda. En época de crisis, entra todo como la vaselina. No importan las leyes, los gastos, el territorio. Se busca justificación para paliar los efectos de la crisis, el desempleo. Incluso, se aplaude, la llegada de un gran benefactor.
Sin entrar en la necesidad de si un Siam Park/Parque Acuático es «imprescindible» ubicarlo en el sur de Gran Canaria (otros municipios también tienen derecho al reparto de la «tarta») y, sin llegar al debate, de que estas instalaciones son, o no, necesarias para el turista. Evitando tocar esos fondos conceptuales que requieren de más espacio tipográfico, voy a compartir algunas reflexiones sobre el tema en cuestión.
Como pólvora que lleva el diablo, el parque acuático va caminando hacia el sur. Primero fue la ubicación de El Veril, ahora en el cauce público del Barrano de Las Tabaqueras, justo entre la carretera general del sur (GC-500) y la autopista (GC-1), donde el Plan Parcial denominado Ampliación de Bellavista respetaba, escrupulosamente, el deslinde practicado (1992).
El mal llamado Plan de Modernización de El Veril en Playa del Inglés (poco importa que los objetivos de la Ley que ampara este tipo de ordenación no contemplen estas actuaciones ya que ni son de renovación de la planta turística, ni de remodelación del espacio público) pervierte todos los principios de la lógica y planificación de un territorio insular.
Veamos algunos ejemplos: el PTE-9, proponía en este lugar un parque botánico al servicio de todos los ciudadanos y turistas. Parque que recuperase los valores de la vegetación del lugar, por cierto, todos los informes técnicos conocidos hasta la fecha, definen el lugar como de gran riqueza botánica, un magnífico conjunto de cardonal-tabaibal.
Esto ya no importa. Como tampoco importa el dinero invertido en la redacción y aprobación de ese PTE-9, del PTE-21 (tren) y del PMM de Playa del Inglés en la GC-500. Hay que cambiar la estación del tren planificada en ese lugar, levantar la GC-500, así como los proyectos adjudicados y pagados de las vías ferroviarias (tramos nº 6: El Berriel – Playa del Inglés = 1.898.188,53 €, tramo nº 7: Playa del Inglés – Faro de Maspalomas = 1.950.907,10 € y la misma estación de Playa del Inglés = 670.475,35 €). Casi 5 millones de euros que tiramos a la basura (dinero público ya empleado) para que el benefactor pueda hacer su acuático emporio.
Desconcertante. Años de legislación ambiental, años de estudio y planificación para que la cultura del territorio en Canarias se encauce de una manera más rigurosa, coherente, objetivando y justificando el uso que hagamos del suelo prestado de las generaciones venideras.
Permítanme finalizar con una reflexión relacionada con el contexto de déficit público, crisis de valores, escaza transparencia, inmoralidad de algunos políticos. Creo que debemos ser muy críticos con el despilfarro de dinero público, con poner la administración al servicio de un particular, con la ocupación de un cauce de barranco que nos pertenece a todos. No quiero que la tomadura de pelo también entre con vaselina.
Artículo de opinión de Álvaro Monzón Santana