«Las ciudades-islas del futuro»
El arquitecto García-Abril pide una protección «extrema» del paisaje canario
El arquitecto Antón García-Abril pide una protección «extrema» del paisaje, sobre todo en islas turísticas como Canarias y Baleares, lo que exige unas pautas de comportamiento urbanístico «radicalmente distintas» ante el «aterrador» mapa de consumo del suelo de los últimos 30 años.
Así lo indica García-Abril, profesor en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, en una entrevista a Efe con motivo de su participación en las jornadas «Las ciudades-islas del futuro», un encuentro internacional de urbanismo que organizan «El laboratorio» y el programa «Septenio» del Gobierno de Canarias.
Antón García-Abril, que intervendrá el sábado en el centro Tenerife Espacio de las Artes (TEA), afirma que en Canarias percibe «siete paisajes», y éste es el mayor activo y tesoro del archipiélago, algo «que no pertenece a los humanos y que es extremadamente valioso, no tiene precio».
El arquitecto promueve la idea de «aislar el paisaje», de que todo el talento de urbanistas y legisladores y el trabajo de los políticos, que son «finalmente los responsables de redistribuir ese tesoro», esté basado en su protección «integral».
Hay que partir de esta idea como algo irrenunciable porque discutirla significa ir esquilmando el paisaje y agotar el mayor recurso de las islas, con lo cual no tendrán atractivo alguno «y el turismo desaparecerá».
García-Abril enfatiza que se puede hacer compatible este aislamiento del paisaje con «compartirlo», pero otra cosa es «esquilmarlo, destruirlo y malvenderlo».
En su opinión, «estamos a tiempo» de parar la destrucción del paisaje «porque la naturaleza es más poderosa» que el ser humano pero también es condición irrenunciable detener «totalmente» las pautas de consumo del suelo existentes, no minimizarlas simplemente, que equivaldría de pasar de una muerte «súbita» a morir «poco a poco».
También es contrario a operaciones «de cirugía parcial» y señala que el problema radica en cómo compatibilizar el paisaje con el deseo «lícito» de desarrollo, sobre todo en archipiélagos como Canarias, donde dos tercios del PIB proceden del turismo.
Su propuesta se basa en un sistema que permita insertar infraestructuras en el paisaje con un código «completamente distinto» ya que ambos pueden ser compatibles «con parámetros totalmente distintos a los del desarrollo en baja densidad y muy extensivos en terreno».
Una consecuencia de este modelo «antiguo» es que uno de los «activos» de las islas, el paisaje agrícola, ha ido perdiendo unas 250 hectáreas al año.
En cuanto a posibles ejemplos que imitar, Antón García-Abril señala que «no hay adónde mirar» porque el cambio tiene que ser «tan radical» que debe empezar por un acto de conciencia y por otro muy humano, el de la supervivencia.
«Si seguimos con este sistema de desarrollo se agotarán recursos como la tierra, el agua, la energía. Es absolutamente inviable y además muy poco productivo, porque los estudios demuestran que cuesta más que a las islas venga un turista que lo que el turista produce», argumenta.
El modelo turístico se basa en un sistema que sobrevive en tanto en cuanto esté «siempre lleno y saturado, pero a la mínima oscilación se deshace», apunta el fundador del equipo Ensamble Studio, quien cree que la equivocación ha sido «tan grande» que se ha pensado que subir la calidad de la oferta hotelera es subir la calidad del turismo «y esto no es así».
Además ve «con cierto pavor» que sigue avanzando un modelo que empezó en los años 60 cuando se pensaba que los recursos eran ilimitados, y advierte de que los políticos «lo que necesitan son buenas ideas, y éstas las proveen los científicos».
Por ello alaba iniciativas como la del encuentro internacional de arquitectura en Tenerife en cuanto a que supone «convocar el talento» que está «fuera de los intereses del negocio inmobiliario, que es el de unos pocos».
Desde el punto de vista económico es eficiente vender una parcela a un promotor para que haga lo que quiera, pero esto sirve para enriquecer a un constructor a costa de las infraestructuras que paga todo la comunidad «y no tiene retorno económico ni social».
A su juicio, no se puede dejar el urbanismo «en manos no especialistas» porque entonces se utiliza como una herramienta de desarrollo de intereses particulares y no se atiende el bien común.
Además, insiste, el sistema de planeamiento basado en estudiar cuál es la fórmula para sacar un mayor rendimiento económico al suelo «está totalmente equivocado y hasta que nos hemos dado cuenta, nos hemos comido el recurso más importante que tenemos».
Para el arquitecto, que promueve la Fundación «Ciudad Positiva», el suelo «tiene tanto valor que no debería tener precio como no lo tienen el agua, el aire o los recursos esenciales».
En este ámbito la crisis «puede ser una bendición» porque, aunque haga daño a corto plazo a sectores muy concretos, permite «una reflexión muy certera y sensible con lo que ocurre en las ciudades. Va a ser una inflexión, una pequeña conciencia que tiene que calar en la clase política».
Y también reprocha que se siga dando vueltas a un modelo urbanístico «que ha degenerado» y que parte de unos parámetros «absolutamente caducos» para un desarrollo «a cortísimo plazo basado en el continuo consumo de suelo y recursos», y contrario a un modelo eficiente desde el punto de vista social, económico y paisajístico.
Preguntado por si apoya la construcción en vertical, García-Abril responde que plantea «algo más complejo», una perfecta combinación de infraestructuras de «alta eficiencia», totalmente integradas en el paisaje y con densidad suficiente para ser eficientes.
«Hay infraestructuras que permiten ciclos completos del agua y una gestión eficiente de energía y residuos que, evidentemente en Playa de las Américas ya no se pueden aplicar y que atraerían muchísimo más turismo que estos guetos de microcomunidades aisladas, estos pequeños mundos sin identidad» basados en «trocear y vender» el paisaje, advierte.