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¿NUCLEAR? ¡NO GRACIAS!, ¡Y MENOS AHORA!

Por Manuel Fernández «Mafersa»

La radiactividad puede considerarse un fenómeno físico natural por el cual algunos cuerpos o elementos químicos, llamados radiactivos, emiten radiaciones que tienen la propiedad de impresionar placas fotográficas, ionizar gases, producir fluorescencia, atravesar cuerpos opacos a la luz ordinaria, etc. Debido a esa capacidad, se les suele denominar radiaciones ionizantes (en contraste con las no ionizantes).
Las radiaciones emitidas pueden ser electromagnéticas, en forma de rayos X o rayos gamma, o bien corpusculares, como pueden ser núcleos de helio, electrones o positrones, protones u otras.

En resumen, es un fenómeno que ocurre en los núcleos de ciertos elementos, que son capaces de transformar los núcleos de átomos de mayor peso atómico en otros elementos con peso atómico inferior, con gran desprendimiento de energía.

Si el núcleo de una central de energía nuclear queda descubierto, es decir, sin el nivel de agua de refrigeración adecuado, genera excesivo calor. Cuando ese calor alcanza determinados niveles, algunos de los elementos del núcleo o alguna de sus partes puede fundirse, lo que se conoce como fusión del núcleo.

Si el edificio de contención en el seno del cual está el reactor aguanta, si no hay grietas o agujeros en ese edificio, no hay liberación de radiación al exterior.
Si el recinto de contención tiene fisuras y hay fusión del núcleo, la liberación de radiación incontrolada al exterior es inevitable.
Los efectos de la radiactividad sobre la salud son complejos. Dependen de la dosis absorbida por el organismo. Como no todas las radiaciones tienen la misma nocividad, se multiplica cada radiación absorbida por un coeficiente de ponderación para tener en cuenta las diferencias. Esto se llama dosis equivalente, que se mide en sieverts (Sv), ya que el Becquerel, que mide la actividad radiactiva de un elemento, erróneamente considera idénticos los tres tipos de radiaciones (alfa, beta y gamma).
Una radiación alfa o beta es relativamente poco peligrosa fuera del cuerpo. En cambio, es extremadamente peligrosa cuando se inhala. Por otro lado, las radiaciones gamma son siempre dañinas, puesto que se les neutraliza con dificultad.

Por otra parte, podemos leer en prensa como la mayor compañía mundial de petróleo, Saudí Arabian Oil Company (Saudí Aramco), ha encargado a Phoenix Solar la construcción de un parque solar fotovoltaico de 3,5 MW.

Cuando el país mayor productor de petróleo del mundo, donde se encuentran los mayores yacimientos, encarga un parque de energía solar fotovoltaica de tal envergadura, ¿Cómo es que en nuestro país, y en particular en nuestras Islas Canarias, se le ponen tantas pegas a la instalación de estos parques y se legislan recortes a las primas de producción de este tipo de energía limpia y renovable? Y eso que contamos con una meteorología óptima para la producción de este tipo de energía. Y no es que lo diga yo, (que también lo digo), lo dicen todos los expertos, como Jeremy Rifkin, el gurú mundial de las renovables

Aunque el transporte de energía sigue siendo un desafío en Japón, en la fecho en que escribo este articulo, puesto que el terremoto y el posterior tsunami que asoló el país el pasado viernes 11 de marzo, tumbaron gran parte del tendido de transporte de energía eléctrica, ningún parque de aerogeneradores sufrió daños por estos fenómenos meteorológicos.

Fuentes: Revista Energías Renovables, Foro Nuclear, Wikipedia

Por Manuel Fernández «MAFERSA»
Ingeniero Técnico Industrial

Turcón-Ecologistas en Acción

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