Este próximo viernes 19 de octubre se estrena el documental «Encuentros en el fin del mundo» del director Werner Herzog. Hay una sociedad oculta al final del mundo. Un millar de hombres y mujeres viven juntos en la Antártida, arriesgando sus vidas y su salud en busca de avances científicos. Ahora, por primera vez, un extraño ha sido admitido. Werner Herzog, únicamente acompañado por un cámara, viaja a la Antártida en busca de los rastros de la naturaleza y la humanidad en estado puro.
Si es cierto que, como decía el filósofo Allan Watts, el universo se mira a sí mismo a través de nuestros ojos, la Antártida es su más fidedigno reflejo: un enigma. Atraído por los misterios del confín del mundo, Werner Herzog viaja al continente helado no sólo para enfrentarse a la Naturaleza en estado salvaje, casi un escenario de ciencia-ficción, sino para conocer a los que se han atrevido a echar el ancla a cuarenta grados bajo cero. De ahí que sus encuentros formen un paisaje humano tan fascinante, y tan de otro planeta, como la fauna iridiscente que nada sepultada por icebergs de tamaño transatlántico. Toda la filmografía de Herzog es una declaración de amor a los aventureros, y este documental atestigua esa admiración no exenta de ironía: el cineasta alemán parece tan interesado por una mujer capaz de convertirse en su propio equipaje de mano como por la presunta homosexualidad de los pingüinos.
Es precisamente siguiendo a un pingüino que ha decidido tomar un camino distinto al de sus compañeros, alejándose del mar y acercándose a la muerte, cuando Herzog llega a la conclusión que la locura no distingue entre especies, y que los hombres que han sido embrujados por la Antártida están siempre a un paso de convertirse en ese pingüino, o en aquel Fitzcarraldo que cruzó la selva amazónica con un barco a cuestas.
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