A la memoria de José Luis González-Ruano, antropólogo, ecologista, escritor.

Sempiterno lector, viajero incansable, renacentista convencido, José Luis González-Ruano ha sido y es un excelente narrador y poeta.

Hemos compartido infinidad de charlas, de cuitas, de pareceres, de puntos de vista comunes y de criterios contradictorios. Defensor apasionado de la riqueza del lenguaje, sus reflexiones guardaban siempre un poso de sosiego y meditación, sus argumentos eran sólidos y siempre acababa yo aprendiendo de aquel ser humano, amigo inolvidable, que me hacía ver con claridad meridiana el por qué de sus  argumentaciones, la fortaleza de sus conclusiones.

Siempre había, a la postre, unas risas, un deseo de vivir de nuevo ese momento, con otro argumentario, otra temática. Compartimos cervezas y degustamos excelentes vinos, saboreamos elixires espirituosos que nos transportaban a tierras y autores literarios que ocupaban tan entrañables como recónditos espacios en nuestros corazones y memoria.

Así el ron nos llevaba a Heminguay de quien era un profundo admirador. Había seguido en sus viajes los periplos del Premio Nobel, Cuba, Pamplona, donde, junto al busto que preside la plaza de toros, se retrataba él, añadiendo una foto más a su álbum de recuerdos del Camino de Santiago.

El orujo nos acercaba a Castelao, a Alvaro Cunqueiro, a Rosalía de Castro y lo disfrutábamos puro, trasparente, aromático, en  lugares cargados de simbolismo como el alto do Cebreiro o en forma de queimada en su refugio natural, muy cerca de la laguna de Valleseco, en encuentros familiares que animaban a tocar el timple y la guitarra y cantar isas y folías, muiñeiras y alalás.

Pero el periplo que más hondo cuajó en mi interior, fue su creación literaria.

En 1998 obtiene un Accesit Premio de Poesía Pedro García Cabrera con su obra “Últimos pájaros del océano”. Su dedicatoria, la primera de muchos libros publicados, dice todo de un amistad eterna: ” A José Manuel Espiño que ha volado conmigo en el océano interminable de la amistad. Que no se cansen nuestras alas” Jamás se cansarán Pepe, mientras un hálito de aliento dé vigor a mi cuerpo y a mi memoria. Nunca, amigo mío.

Deseo hacer una semblanza de su obra más destacada, a través de sus palabras. Tal vez así, disfrutando de ellas, encuentre usted en sus escritos enorme placer y esperanza. Placer de mundos recorridos que serán suyos, palabra tras palabra; esperanza por una humanidad con otras miras, más solidarias, más responsables  más sanas. Salud que nos da el conocimiento y que nos enferma la ignorancia, un mundo sin fronteras, sin barreras y rayas. Sin muros infranqueables pues a la postre es esto, tenacidad vana. Si imposible es poner puertas al campo, más difícil se torna encarcelar la esperanza.

“Ulises y la Garita Azul” fue su primera publicación. El Ayuntamiento de Telde patrocinaba y editaba en 1988 una joya hace tiempo agotada que ensalza su litoral, la esencia de sus gentes, al alma de un pueblo. Es su espacio vivenciado, su entorno más cercano, su día a día.

“Fíjate, Ulises, allí está el último tarajal libre de nuestra playa. Ya no le llega el aire limpio que bajaba por este cauce, le han apagado el sol tenue de las tardes, hace tiempo que sus ramas no cobijan el trino alegre de aquel pájaro amigo y hasta le han robado la sonrisa azul del océano, destruyendo la pequeña playa que lo llenaba de noche marina” Capítulo: El árbol del mar. Ulises y la Garita azul.

El bufadero, la playa de los Palos, el puerto de la Madera, las salinas, el poblado aborigen, la playa de San Borandón, la cueva azul de la Reina Mora… lugares entrañables de la costa teldense, próximos a donde vivió siempre José Luis, su querida playa de La Garita, narrados con un lenguaje fluido y entrañable y dirigidos a su hijo Ulises.

En 1995, la Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias y el M.I. Ayuntamiento de Telde publican: “El bosque de Tara. Andando por los espacios naturales de Telde”.

Esta joya bibliográfica nos acerca a todos y cada uno de los paisajes que definen el municipio: la caldera de los Marteles, los Altos de Jarcó y los Cercados, los volcanes de Rosiana y el Gamonal, los valles de Casares y San Roque, El Malpais y la sima de Jinámar, los arenales de Tufia, el bufadero de la Garita, el mar de las Puntas y los Roques, el barranco de los Cernícalos

De este último capítulo es este párrafo, invitación indudable a todos los caminantes a recorrer las sendas de la isla en busca de las bellezas y valores que indudablemente encierran:

“Tras una jornada de fantásticos encuentros con el agua y las hermosas manifestaciones de la vida, el caminante acabará su periplo por el barranco reconociendo que este es, sin duda, un espacio natural para interpretar la naturaleza con los cinco sentidos y, sobre todo, para procurar conservarlo como referente emblemático del patrimonio ecológico de Telde y de la isla”.

En 1998 edita su primera obra bajo el sello de Azulia, dentro de su Proyecto Mundo Isla. El título: “Chelonia en Orchilla y el Cuaderno de Tindaya”. José Luis, profundamente comprometido con el medio natural de las islas, pincela un desgarrador lamento ante la enorme tropelía y soberbia insensatez de querer vaciar la sagrada montaña de Tindaya. Afortunadamente, la lucha del pueblo fue tenaz y tal desmán no se llevó a cabo, hasta la fecha:

“Hay polvo de hueso de mujer en la cima de Tindaya. Algunas noches, dicen que no más de tres al año, la montaña se queda sin aire y se escucha claramente la respiración agitada de la piedra. Es entonces cuando aparecen las luces blancas” El cuaderno de Tindaya.

Hombre de mar, mi querido hombre azul, siempre indagó en la búsqueda de esas raíces marinas con la belleza de su lenguaje:

“Siempre intento recordar cómo entró el mar en mi vida y cada vez quiero saber algo más sobre ese mismo mar que me rodea. Me he acercado a los puertos perdidos en los confines del mundo, he arribado a playas secretas, y he contado el tiempo en la arena como si fuera un ave marina”  Chelonia en Orchilla.

Fue en 1999 cuando CajaCanarias publica su obra poética: “Últimos pájaros del océano”.

Con fuerza arrolladora, orgulloso de sus raíces en un San Cristóbal pescador y marinero, el autor rescata sus orígenes en el poema:  Biografía inacabada de un hombre azul:

“Yo soy el hijo de José,

la cicatriz azul de Cecilia,

un cruce de océano y pez

que me semeja a cualquier isla.

Sólo escucho el mar que me inunda,

sus brisas espirales, sangre

que a lo salvaje me vincula,

viento de aisladas tempestades.

Y más que un ser soy un estar

ornando el nombre la arena,

un eco de profundidad

desde la orilla a la cabeza.

Hombre repleto y derramado

como fruta marina, cuerpo

que invoca la espuma en sus rasgos

hundidos en las sales del fuego.

Y aún por el mundo sobrevivo

respirando gotas azules,

mordiendo hierbas del abismo

hasta que el agua me desnude”.

En el año 2005 bajo el sello Azulia, publica su primera novela: “Isla de Lobos”. Como el mismo nos dice en la contraportada: “Un libro, intenso como un naufragio, para leerlo en una isla desierta”.

“Al tiburón lo dejaron sangrando la derrota en un charco y no murió hasta que el lugar se limpió de ruidos humanos. Y allí se quedó esperando la sepultura de la marea, como si su carne maltratada fuese tan solo un despojo de la historia.

“Ulises Duncan, cargado de cañas y bártulos, siguió a sus hijos a distancia hasta llegar al desolado promontorio del faro y tuvo tiempo suficiente de calmar las angustias del alma con el fuerte olor a vida que los muchachos iban dejando por el camino”. Isla de Lobos.

Siempre fue antropólogo, aunque la carrera la cursara tras medio siglo de existencia.

En el año 2008 sale a la luz su segunda novela: Surf Republic”. Segunda entrega de su trilogía Mundo Isla, iniciado con Isla de Lobos. El país del oleaje, así define el mundo de las olas al que José Luis conferirá categoría de estado.

“La tribu del oleaje en el vacío del amanecer seguía dispuesta a saltar a la orilla, a nadar hasta acercarse a las ondas imaginarias, bajando primero la cabeza para sortear la rotura bramante, empujando la tabla hacia el fondo para volver a emerger infatigable al encanto de la luz, para buscar el calor de la hembra líquida, la madre de un mundo salvaje, tan antigua como el tiempo, y luego el más limpio vuelo hacia el conocimiento completo del corazón humano…” Surf Republic.

2010 fue año jacobeo. Pasarán once años antes del nuevo año santo:2021. Con motivo de tal efeméride, José Luis publica con su linea editorial, Azulia, “El camino de Santiago en Gran Canaria. Un viaje a la isla interior”

Paso a paso, desde la iglesia parroquial de Tunte hasta el templo de los caballeros de Gáldar, el autor nos describe a través de barrancos y calderas, llanos y degolladas, conos volcánicos y malpaíses una senda mítica, cargada de pasado, que recorre por caminos ancestrales los más variados paisajes isleños.

“Fue la semilla de un naufragio la que trazó el rumbo en el Atlántico, desde Galicia hasta Gran Canaria, extendiendo el Camino de las Estrellas en el corazón de la lava hasta hacerlo coincidir con antiguas rutas nativas. En algún lugar dentro de mí está ahora ese camino.” El Camino de Santiago en Gran Canaria.

2015 nos sorprende gratamente con una nueva novela: “Donde anidan los albatros”, editada por Azulia. En palabras del autor, la contraportada nos insinúa de que va su lectura: ¿Qué libro es éste? Ahí están los relatos de un mundo primitivo sobre los que gravita, como un ave marina elevada en los océanos, la poesía de los encuentros.

“No sé si algún día viajaré hasta el archipiélago de Svalbard, en el océano Glacial Ártico. Pero me gustaría. Es la orilla fría. Una escala hacia otro mundo. Allí hibernaría eternamente, como un oso polar, abandonando mi respiración al enigma del sueño del invierno. Lo pienso cuando estoy en un promontorio final en la isla de Mageroya, en la Laponia noruega, mirando el sol de medianoche que apenas roza el océano y asciende”. Del capítulo: Azul ártico.Donde anidan los albatros.

En 2018 sale a la luz su última publicación. Se trata de: “El archipiélago nómada. Un viaje libre y salvaje por las islas Canarias”.

“La isla no siempre es un refugio. Nada consigue explicar su destino, aunque todo viaje por mar acabe en una orilla. Así llegan también hasta las solitarias playas como la de San Borondón los restos de los naufragios, los desechos y los cadáveres oceánicos.” El archipiélago nómada.

Pendiente nos queda su última obra, aquella que cerraría su trilogía Mundo Isla. Pero en estos treinta años de publicaciones hay material suficiente para reflexionar sobre nuestras relaciones con el medio natural, con las personas que lo habitan, con las plantas y animales; en suma, con la vida.

Esperando quedamos.

José Manuel Espiño Meilán.

27 de enero de 2020, hoy, mi fiel amigo, se ha detenido tu corazón pero centenares palpitan tras tus pasos. ¡Buen camino, peregrino!

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