El sistema democrático español se ha ido dotado, a lo largo de los años, de normas, leyes, decretos y reglamentos que regulan nuestra forma de vida, cómo afrontar los problemas, la convivencia, cómo prevenir situaciones adversas, etc.
Cuando las leyes no están claras o, su aplicación crea discrepancias, aparecen los magistrados de los tribunales Supremo y Constitucional que perfilan, modulan y aclaran, aún más si cabe, la interpretación de las diferentes leyes, sus aplicaciones y, por supuesto, corrigen situaciones de injusticias y desequilibrios. La jurisprudencia va marcando una línea coherente y equilibrada de actuaciones, públicas y privadas, en nuestro sistema legislativo y democrático.
Abierto el debate ciudadano con motivo del Plan General de Ordenación (PGO) de Telde, ahora en información pública, vamos conociendo las diferentes formas de actuar, las reclasificaciones de suelo, cómo van aplicando la normativa y los dispares criterios del equipo redactor y de los políticos que les apoyan.
Visto lo visto, nos encontramos con una práctica política que hemos simplificado con la denominación de “café para todos”, que entra en el resbaladizo campo de las arbitrariedades, de las injusticias y de las situaciones discriminatorias. Falta criterio político y técnico, no existe un modelo de ciudad; y, por supuesto, ausente un proyecto político donde prime el control de lo público, solucione los problemas de los ciudadanos buscando formulas más sociales y sostenible que permita afrontar y gestionar un futuro próspero en los próximos años.
De entrada este PGO no es social, no es justo, es enormemente desarrollista y no soluciona los problemas de los ciudadanos teldenses. Todo lo contrario, crea un sistema de desarrollo insostenible, económica y territorialmente. Es falso que vaya a atraer inversión y progreso.
El informe del Cabildo de diciembre de 2012, nos indicaba que el desarrollo del vigente PGO (2002), era del 50,76% para el Residencial, del 18,14% para el Terciario y de un 60,71% para el Industrial. La media de la consolidación era del 45,46% y, por tanto, según el Cabildo “dista mucho de haber culminado el modelo anterior”.
Deducimos pues, que lo planificado es suficiente para las nuevas inversiones (si es que llegan) y no sería necesario ocupar nuevos suelos que, al final y a la postre solo beneficia a unos pocos grupos empresariales, ni siquiera se puede decir que beneficia a todos los empresarios. Tan solo a unos pocos que tomaran dos y tres tazas de café servido caliente y en recipiente de oro y plata.
En el lado opuesto de la balanza, en las últimas semanas, me han llegado varios vecinos y vecinas preocupados con esta política desarrollista y de “café para todos”. Cuestión que les perjudica seriamente. Veamos algunos ejemplos que describiré, por supuesto, respetando la confidencialidad tanto de unos (los beneficiados) como de los otros (perjudicados).
Un vecino a lo largo de las últimas décadas ha pedido reiteradamente a Urbanismo que se le permita construir en un suelo rústico un pequeño cuarto de apero. Evidentemente haciendo caso a las instrucciones y normas, ha respetado el marco normativo y no ha construido nada. Sin embargo, su vecino, sin permiso, su suelo en las mismas condiciones de rústico, ha levantado toda una vivienda sin licencia, ha sido denunciado varias veces y el Ayuntamiento no ha actuado, por supuesto. Esto, en si mismo, crea un efecto discriminatorio, porque no se aplica la normativa al infractor. Cuál es la sorpresa para el vecino que ha cumplido la norma, que este nuevo PGO regala al infractor la posibilidad de legalizarlo. Al ciudadano que en los últimos años ha respetado la norma y no ha infringido absolutamente nada, evidentemente, se le queda una cara de “tonto” y mirando para el cielo reclamando justicia. La práctica política de “café para todo” (si se aprueba) en este caso, uno tendrá la posibilidad de regularizar su vivienda y, el otro, se queda frío, compuesto y sin café.
El otro ejemplo que quiero enseñarles es el siguiente. Una familia completa que vive de la agricultura, sí, sí del sector primario. Ese que dicen está en decadencia y que se quiere apoyar. Pues bien, el redactor del PGO se ha empeñado en clasificar un enorme sector con una figura que condena a esta familia a la expropiación. Todo sin justificación aparente. Con un suelo de protección agraria que no ha perdido sus valores ni sus infraestructuras de riego, que se sigue cultivando. Los redactores, seguramente, tendrán alguna maléfica jugada que condenará a esta familia a lo largo de los próximos años a la incertidumbre propia del desarrollismo de los urbanizables que tanto daño ha hecho a los pequeños propietarios. Quizás habrá que aconsejarles ir a la Plaza de San Juan a ponerse en huelga de hambre.
En fin, historias para no dormir. Las injusticias que vemos cuando, poco a poco, vamos estudiando, conociendo y palpando la cruda realidad de algunos vecinos y vecinas que descubren en este PGO como una tortura y una “condena territorial”.
Artículo de opinión de Álvaro Monzón Santana.