Con el título ¿Qué es la Agenda 21 Local?, Gilberto Martel, miembro del Colectivo Turcón- Ecologistas en Acción, realizó una disertación sobre los diferentes conceptos de desarrollo, el Programa 21 de la ONU para el Desarrollo Sostenible y cómo la Agenda 21 puede ser una herramienta útil en el ámbito local si se utiliza adecuadamente y de forma participada por toda la ciudadanía.
Por el interes de lo tratado damos cumplida difusión de la charla dada y del material multimedia utilizado.
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A continuación algunos apuntes sobre el debate desarrollado:
En las postrimerías del siglo XX, los conceptos de Medio Ambiente y Desarrollo, éste último con el apelativo de sostenible, sustentable o sostenido, se han implantado con fuerza en el lenguaje político. Incluso, han llegado a convertirse en términos populares. Pero, los que lo utilizan y los que lo escuchan o lo leen ¿saben realmente de lo que se está hablando?, ¿qué sentido tienen estos conceptos?. O es que ¿simplemente se han convertido en muletillas que se utilizan según convenga?. Da la impresión de que esto último es lo que está ocurriendo. Unidos a los términos progreso y compatibilidad ambiental, entre otros, estamos asistiendo a una perversión del lenguaje dónde los discurso se llenan de términos vaciados de contenido y que sólo sirven para justificar acciones de, al menos, dudoso interés general o con perniciosas consecuencias para los recursos naturales e intereses colectivos.
Paralelo a este proceso se produce el fenómeno de que cada vez la ciudadanía se siente más ninguneada en el ejercicio de la política práctica y en la toma de decisiones que atañen a todos. Todo ello genera, por un lado, apatía y desinterés por lo público de gran parte de la población, principalmente joven, y, por otro, movilizaciones puntuales, pero crecientes, como reacción a las consecuencias negativas que la política y el sistema están generando, cada vez más, sobre más ciudadanos.
Se hace necesario reivindicar una aclaración de conceptos, un uso más riguroso del lenguaje y una información más clara y accesible para todos. Necesitamos un cambio de rumbo en todas la políticas en general. Que tomen más en consideración a la ciudadanía. La Democracia participativa se vislumbra como un elemento que, en las sociedades occidentales del siglo XXI, puede conciliar preservación de los recursos y desarrollo social.
La Agenda 21… ¿una herramienta para la sostenibilidad local y la participación ciudadana?
En la Cumbre de La Tierra sobre Medio Ambiente y Desarrollo, más conocida como la Cumbre de Río de 1992, se aprobó por unanimidad un acuerdo que debía suponer un compromiso político al más alto nivel en favor de la sostenibilidad del planeta. Hablamos del Programa 21.
El Programa 21 no se planteó simplemente como una marca más, sino como una filosofía y un programa de acción en el siglo XXI, con determinaciones y propuestas muy concretas, en las que se reconoce que la población es una de las principales fuerzas para conseguir el cambio ecológico en el planeta. Es más, cuando en el Programa 21 se exhorta a los países para que adopten estrategias hacia la sostenibilidad, se hace especial hincapié en que este proceso ha de contar con la amplia participación de todos los sectores, incluidas las organizaciones no gubernamentales y el público en general.
En esta Cumbre, las Naciones Unidas hicieron un llamamiento a todas las comunidades locales para que crearan su propio Programa o Agenda 21, traduciéndola en planes y acciones concretos hacia la sostenibilidad. Este proceso debería llevarse a cabo a través de un diálogo abierto con sus ciudadanos, organizaciones locales y empresas privadas, recibiendo aportaciones, promoviendo un consenso y obteniendo la información necesaria para formular las estrategias locales hacia una política económica y social más ecológica[1].
Si hay algo que motiva de este proceso es el cambio de filosofía que se sugiere en la forma de gobernar. Propone, al fin y al cabo, que las autoridades locales, democráticamente elegidas, cuenten permanentemente con la participación ciudadana en la toma de decisiones. Esto supone, sin duda, una pequeña revolución para nuestros gobernantes ya que les demanda cambios importantes de estilo: menos paternalismo, más apertura, menos prepotencia y, lo que quizá más miedo les da, un poco de pérdida de protagonismo en favor de la sociedad. A cambio, se obtendría una mayor corresponsabilidad de los ciudadanos y, seguramente, grandes dosis de sentido común en la definición de prioridades y líneas de actuación de las políticas locales.
Cualquier ciudadano o ciudadana no puede evitar ilusionarse cuando se le presentan ideas como esta. Pero la realidad es muy dura y, hoy en día, todo parece ser susceptible de ser corrompido a poco que caiga en las redes del poder. Salvo raras excepciones, las Agendas 21 locales se han convertido en meros escaparates, sin abrir procesos participativos reales. Ahora casi todos las ayuntamientos se han ido adherieno a la Carta de Aalborg[2] pero parece que nada cambia[3].